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jueves, 5 de junio de 2014

ALMAS PERDIDAS. Capítulo 6: La muerte de Misifú


Capítulo 6: La muerte de Misifú

 




Ya había cumplido 15 años, la edad que todas las chicas desean, por las enormes fiestas quinceañeras que se celebran. Yo le dije a mi padre, que no deseaba fiesta alguna, ni tampoco un carro. Mi padre me dio algo de dinero y me lo gasté en libros, música, revistas, entre otras cosas.

No quería nada escandalosa, es más, hasta quería pasar desapercibida esa edad. En ese tiempo me volví muy introvertida. Los amigos los contaba con una sola mano. Casi no hablaba y en la preparatoria siempre andaba cabizbaja y con los cabellos en la cara para que no me vieran totalmente el rostro. Morticia me seguían diciendo algunos, apodo que desde muy niña me pusieron, por mis cabellos largos y negros, y mi piel blanca.

-Así nací idiotas — les llegué a decir un día.

En ese tiempo estudiaba dibujo, vivía en mi mundo. Yo no iba a discos, ni a bailes, no era de mi agrado. Así que en mis vacaciones me la pasaba leyendo y escuchando música.

Mi gata Misi siempre estaba a mi lado, algunas noches desaparecía porque traía un novio gato, ese gato se llamaba Chaires, era de la vecina. Misifú y Chaires se volvieron muy unidos. Creo que alguna vez sentí celos, porque Misi llegó a desaparecer tres dias seguidos. Me preocupaba, pero nunca se iba en definitivo, volvía y corría las escaleras hasta mi cuarto, me sorprendía cuando estaba en la cama. Como diciendo: Hey, aquí estoy, ya volví.

Cuando cumplí 15 años mi madre me llevó a un estudio fotográfico, quería una sesión de fotos. Ese mero día, me salió una espinilla enorme en la mejilla derecha. Era raro que me salieran espinillas, pero ese día fue el colmo, era gigante. Traía ojeras y mi cabello sin chiste.


Mi madre me consiguió un vestido de fiesta color melón, con guantes y sombrero. Me pareció ridículo, pero no quise hacerla sentir mal. Sentí que esa color no se me vería muy bien, y me vería gorda.


Me lo puse de mala gana, y primero me hicieron un peinado, que no estaba tan mal, pero no me gustó, después me maquillaron. Y me sorprendí, parecía otra, no me veía tan mal ni tan ojerosa, habían ocultado esa enorme espinilla. Creo que me veía guapa. Y mi madre se emocionó tanto que hasta una lágrima derramó.


En casa, me esperaba toda la familia de mi padre, las tías que me caían gordas, los primos que a las quinientas veía, pero traté de disfrutar ese día. No siempre se cumplen 15 años.


Mi abuelo, el padre de mi papá no pudo asistir porque se sentía mal. La familia de mi mamá no fue invitada porque a ellos no les gustan las fiestas, son cristianos y no les parece bien los bailes y los alborotos de las fiestas.


La comida estuvo muy rica, el pastel y todo. Despedí a los invitados. Sólo una tía, hermana de mi papá, se quedó a dormir ahí. No era raro que lo hiciera, pues a veces su esposo andaba de viaje y ella prefería que la recogiese al siguiente día.

Ya en mi cama, agradecí a Dios y a mis padres el haber celebrado ese día. Abrí algunos de mis regalos y escribí algunas notas en mi diario personal. Misi se subió a mi cama, como entendiendo que había sido mi día, y me dio una de sus manitas, la abracé y nos quedamos dormidas.
 
(CONTINUARÁ...)




2 comentarios:

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

Creo que entiendo. Tanta distancia física entre los dos y creo que tenemos algunos aspectos parecidos. Gran parte de mi vida social es virtual. Es que no suelo encontrar lo que encuentro en la blogosfera. Estoy a empezando a usar colores oscuros, grises, azules, algun color negro. Tal vez represente mi estado de animo actual.
Y entiendo lo que significó Misifu para vos.
Teniendo en cuenta lo que decis de tu sentido especial, creo que no es casual que la hayas encontrado. Con eso de lo misterioso que se le atribuye a los gatos, tal vez era lo que necesitabas para afrontar tus visiones de lo extraño.
En lo que contas, me da la impresión de que Julia estaba preocupada por vos, que tal vez te trataba de proteger de las apariciones oscuras.

yessykan dijo...

Muy interesante este capítulo. No todas las niñas a esa edad están interesadas en la fiesta quinceañera. Que coincidencia que tampoco quise una fiesta. Pero si quise un crucero, y me divertí bastante con mis amigas, y claro que llevaba chaperonas, mis tías.

Ya imagino la emoción de tu madre, la mía también se puso nostálgica. Ver a sus niñas transformándose en señoritas es algo muy fuerte para ellas. Será que presienten que estamos próximas a dejar el nido familiar? Debe ser eso. =(

Debo ponerme al día leyendo desde tu primer capítulo, para llegar a comprender mejor de que va tratarse la historia.
Saludos

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